domingo, 8 de junio de 2014

"Tierra muerta: Génesis" - Capítulo 8


Noah vio una mesa y un corcho colgado en el tejado inclinado de la buhardilla. Por todos lados se veían papeles con las siglas de ISABW, además en la mesa había una especie de pequeño laboratorio. Todos los documentos que allí se encontraban estaban escritos en una jerga muy técnica que parecía tratar de sanidad y asuntos clínicos, palabras de las que el joven no había oído hablar en su vida. Se preguntó si habiendo escogido la rama científica en los estudios del instituto podría haber entendido algo de todo eso. Tras echar un vistazo por todo lo que había sobre la superficie abrió un cajón central que se situaba bajo el tablero y vio un archivador el cual sacó y lo colocó sobre el aparente lugar de trabajo de Yolki y Marius. Abrió la cubierta y pasó unas cuantas hojas sorprendiéndose a cada una que pasaba con rapidez, ¡eran fichas sobre todos los habitantes del pueblo! Llegó a la página donde se encontraba su ficha. La mayoría tenían una pegatina circular roja, pero la suya tenía una pegatina circular azul. No sabía lo que significaba, pero comenzó a buscar más fichas con la pegatina azul. Una vez reunidas las puso todas juntas y bocarriba esparcidas por la mesa. Entre ellas estaban las fichas de Perla y Dana, y también de su hermano, el cual se encontraba en la ciudad, lejos de todo este caos. Buscó algún patrón que le sirviese para poder saber por qué esas fichas tenían una etiqueta azul y no encontró nada salvo que las personas con etiquetas azules nacieron entre 1988 y 1994. Le llevó un rato revisar todas esas fichas y llegar a lo que él pensó que sería una triste conclusión y metió todo lo que pudo en el archivador.
Siguió explorando la estancia con la linterna y se percató de que había unas maderas que tapaban una parte del techo. Tiró de ellas para poder salir de aquella casa ya que los pisos inferiores se encontraban infestados de zombis y así poder llegar al coche y esperar a las hermanas. Al quitar las maderas del techo éste empezó a crujir y se le vino al joven encima dejándolo algo aturdido bajo los escombros.

*****

Alguien prendió una cerilla y encendió un candil en el centro de la mesa del comedor iluminándosele la cara. Aquella mujer le tendió la mano para levantarla del suelo y Perla accedió.
—¿Estás bien? Me llamo Edurne.
—Sí, yo soy Perla. — Contestó mientras aceptaba la ayuda.
—Han estado cerca.
—Sí, pero... ¿Tú qué haces aquí? ¿Por qué no acudiste a la llamada a los ciudadanos supervivientes ayer?
—Esta es mi casa, llevaba años sin venir al pueblo. Simplemente no me fie de la llamada, el ruido podía alertar a esos monstruos.
—Bueno... En definitiva es lo que ocurrió.
—¿Y tú qué haces aquí?
—Bajé al pueblo con mi hermana y otro chico para buscar a una niña.
—¿Hay más supervivientes a parte de ti? ¿Sois cuatro?
    -Sí, conseguimos escapar del pueblo unos cuantos más, nosotros tres sólo somos un grupo en búsqueda de esa niña y de provisiones.
—Entiendo... ¿Te puedo pedir un favor?
—Si lo puedo cumplir...
—Quiero que me cuentes todo lo que sepas y te haya ocurrido mientras yo lo anoto.
—¿Para qué?
—Cuando todo esto termine se necesitará toda la información posible para una reconstrucción de los hechos. El mundo tiene que saber la verdad de lo que está pasando ahora mismo aquí.
—Bueno... No me importa.
—Espera, voy a por mi cuaderno. — Edurne fue a otra habitación de la casa y regresó rápidamente sentándose para poner atención a todo lo que Perla le fuese a contar.

*****

Comenzó a abrir los ojos con un dolor en la cabeza palpitante. La borrosa imagen que cada vez se mostraba más nítida dejaba ver a un hombre de unos 50 años.
—Bienvenido a tu puta pesadilla. — Le dijo el hombre que tras esto le propinó una patada en la cara. Sergei se preguntaba de quién se podría tratar, lo único sospechoso que había hecho era coger aquel plano de no se sabe dónde — ¿De qué va tu grupito? ¡Nos habéis dejado sin provisiones!
—¿De... de qué está hablando...? — Preguntó Sergei anonadado y aturdido por el golpe.
—¿Es que no lo sabes? Esta mañana tus amiguitos vinieron a nuestro campamento y nos robaron toda la comida. ¿¡Es que no saben la situación que se está dando por esta zona!? La gente se ha vuelto loca y es casi imposible matarlos.
—Pero yo... — Quiso explicar Sergei su condición de que no sabía nada de ese asunto y que él no había sido culpable.
—¡Pero tú nada! — Le interrumpió el hombre dándole de nuevo una patada, esta vez en el estómago.
—¡Augh...!  — Se quejó el joven expulsando una bocanada de sangre por la boca.
—Mira chaval, la cosa pinta muy mal y aquí si quieres sobrevivir tienes que asegurarte de que no te falte de nada.
—Por favor... Déjeme ir... Hablaré con mi grupo y le devolveremos las provisiones... Se lo juro... — Imploró Sergei.
—¿Y quién me dice que  no huirás con ellos y con nuestros víveres?
—Ven... Venga conmigo...
—Ni de coña, podríais hacer una emboscada y estaría bien jodido.
—¿Y... qué alternativa propone? — Preguntó reponiéndose de los golpes.
—Dejarles muy claro que al menos con nosotros no se juega.
—¿Nosotros...? ¿Sois... sois más...?
—Je, je, je... Diego, Ramiro, venid aquí. - Ordenó el hombre y acto seguido entraron en la  tienda de campaña donde se encontraban dos varones más jóvenes que el allí presente. — Te presento a mi hijo y a un amigo. — Indicó señalándolos con la mano. — Creo que es hora de mover ficha, muchachos. Inmovilizad a este cretino. — Los otros dos acataron la orden y cogieron a Sergei de piernas y brazos por cada lado y éste se revolvió nervioso intentando deshacerse de ellos. — Tranquilo, sólo te dolerá bastante, pero prometo ser rápido. — Advirtió el hombre mientras se giraba y rebuscaba en una mochila. Al poco tiempo se giró con un gran machete en su mano y se acercó con sonrisa de psicópata a la cara de Sergei, el cual se comenzó a revolver más y terminó escupiendo en la cara al poseedor del arma blanca. — ¡Eres un insensato! ¡Te juro que pagarás por esto, maldito niñato! — Le gritó mientras le daba una patada en los testículos. La cara de Sergei no podía ser peor, arrugada de temor y mojada por sudor, sangre y lágrimas mientras veía como el hombre se acercaba con el afilado instrumento.
—¡Que le duela, Pablo! — Animó Ramiro.
—Juro que esto no se te va a olvidar en la vida... — Le dijo el hombre mientras agarraba con fuerza el cabello del joven prisionero. Tras asegurarse de que lo tenía donde quería comenzó a rebanarle lentamente la oreja hasta que se la despegó del cráneo mientras en el bosque se escuchaban gritos de tamaño dolor y angustia. Sergei tras esto cayó desmayado. — Rápido, cosedle y curarle, no quiero que muera de una infección, aún nos puede ser útil. — Ordenó mientras salía de la tienda y le daba un mordisco a la oreja comiéndose parte de ella. — Ahora vengo, voy a hacer una visita.

*****

Tras reponerse, Noah subió por los tejados y saltó de casa en casa hasta poder descender a una altura desde la que saltar no resultase una tarea dolorosa o problemática. Recorrió con sigilo las calles del pueblo observando el destrozo que había causado la gran piedra al caer por la ladera de una de las montañas llevándose varias casas por delante, entre ellas la suya. Decidió dirigirse directamente hacia el coche dando unos cuantos rodeos para poder evitar así a los infectados. Finalmente llegó a él y se encontró a Dana dando vueltas algo alterada alrededor de éste.
—Dana, ¿estás bien? ¿Qué te ocurre? — La preguntó preocupado, a lo que ésta paró en seco y comenzó a llorar. —¡Hey! ¿Qué pasa? — Insistió acercándose a ella y cogiéndole los brazos intentando mantener un contacto visual contra sus ojos que miraban al suelo bañados en lágrimas. Tras unos momentos de incomprensión y sin ninguna palabra la joven abrió sus manos dejando a la vista un puñado de hierbas y flores a las que finalmente dejó caer al suelo y abrazó a Noah.
—¡Tiene que haber alguna cura! ¡Si todo esto ha empezado por aquí, la cura tiene que estar por aquí! ¡No sé donde! ¡En algún animal! ¡En alguna planta!
—¡Dana, cálmate!
—¡Pero Marius va a morir! ¿¡Cómo quieres que me calme!? — Tras esto Noah le dio una bofetada bastante fuerte a la chica quedando todo en un calmado silencio. Después de unos segundos Noah habló.
—Eres tonta. ¿Cómo puedes estar así por alguien al que conociste ayer? No sé qué habrá pasado entre vosotros dos cuando nos dividimos para buscar Mimí, pero no te consiento que llores por ése, ¿sabes a caso algo de él? ¿Y si es el causante de todo esto o uno de los causantes? Abre los ojos, sólo estás ilusionada, no te confundas, mantente serena, joder. Y ahora bien... ¿Dónde está Perla? ¿Sabéis algo de la niña? — Concluyó el chico dejando otro rato de silencio entre ellos hasta que la muchacha recapacitase.
—No sé dónde está mi hermana. Creo que... Ha muerto...
—¿¡Cómo dices!?
—La última vez que la vi estaba siendo rodeada por zombis y me dijo que viniese al coche y te esperase...
—Joder... Está bien... Todo saldrá bien. — Dijo el joven apoyando sus manos en los hombros de Dana para mostrarle apoyo. — Vayamos al campamento, no es bueno que estemos tanto tiempo sin saber los unos de los otros, podemos crear confusión y situaciones no deseadas. Como hacemos con Mimí, hasta que no aparezca tu hermana no dejaremos de buscarla, ¿de acuerdo? Si sigue viva sabemos que sabe cuidar de sí misma, así que... No te preocupes, seguro que está en alguna parte. — Terminó su discurso de ánimo y la joven sin mediar palabra subió al coche. Noah suspiró, miró hacia el pueblo y montó también en el vehículo poniendo rumbo al campamento en el bosque.

*****

—Y eso es todo lo que sé y he vivido hasta ahora...
—Entiendo...
—Entonces... ¿Quieres venirte con el grupo al bosque?
—Me lo tengo que pensar... No es una decisión que se tome así, a la ligera.
—Como quieras y por cierto... Ya que te he contado todo podrías contarme de ti.
—No hay nada interesante que contar, como ya te dije hacía mucho que no venía y tuve la magnífica idea de venir justo estos días... Ya me podía haber quedado en mi casa... — Al finalizar de hablar en un cuarto se escucharon unos ruidos.
—¿Qué ha sido eso? - Preguntó Perla.
—Ah, no te preocupes, son mis padres.
—Uhm... No me dijiste que viniste con tus padres.
—Sí, al fin y al cabo el pueblo es más suyo que mío, ellos nacieron aquí y yo no. En fin, ¿quieres comer? Tengo la comida a medio hacer.
—Bueno, no estaría de más comer algo. En esta situación no sabes cuánto tiempo vas a estar en ayunas.
—Exacto. Bueno, voy a la cocina. Tú relájate aquí, en unos minutos te llamaré y comeremos.
—Está bien. — Aceptó la joven mientras Edurne pasaba a otra estancia de la casa.
    En ocasiones aún se escuchaba algún arañazo en la puerta, lo que indicaba que aún no era del todo seguro salir y si salían tampoco sabía si Noah y Dana seguían en el pueblo o ya habrían subido al bosque. Pasó el tiempo mirando la decoración de aquel rústico comedor hasta que la joven mujer la avisó.
—¡Perla! ¡Ya puedes venir! — Gritó desde la cocina.
—¡Voy! — Perla se levantó de la silla donde había estado sentada mientras había contado su historia. Abrió la puerta y allí estaban dos platos, Edurne presidiendo la mesa y su padre y su madre a sus lados.
—Hola. — Saludó educada la chica. La madre se giró para mirarla abriendo la boca y cayéndosele un ojo. ¡Los padres de Edurne eran zombis y los tenía atados a las sillas de la cocina!

*****

Noah y Dana llegaron al bosque en coche. Desde lo lejos avistaron que la gente estaba reunida en el campamento y había una cruz clavada en el suelo. Cuando el chico paró el coche la joven salió apresurada y preguntó a todos si quien estaba ahí enterrado era Marius. Linda la tranquilizó explicándole que esa cruz la había puesto ahí Paula en memoria a todos los fallecidos por esta masacre. Noah bajó del coche y se acercó al grupo.
—¿Habéis encontrado a Mimí? ¿Dónde está Perla? — Preguntó su prima.
—Ni rastro de Mimí y Perla no sabemos lo que ha ocurrido con ella. Esta tarde bajaremos de nuevo para buscarla y al anochecer volveremos al bosque.
—Si quieres te acompaño yo y dejamos a Dana descansar. — Propuso Yolki.
—Me parece bien. — Contestó Noah sospechando de él. Después de esto Tony se acercó al muchacho y le dijo que no habían visto nada sospechoso en el albano en toda la mañana.
—Todo correcto, Noah. No ha habido ningún problema con él.
—Está bien, gracias. Una cosa, ¿dónde está Sergei?
—Ese es otro asunto que quería contarte. — Intervino Paula. — Le mandé a por agua a un pozo cercano de aquí hace un buen rato y aún no ha regresado. Al acabar de hablar la mujer un proyectil cruzó entre todos clavándose en un árbol. Noah, Yolki y Tony se acercaron, parecía una flecha de ballesta con dos cosas clavadas. El guardia civil arrancó la flecha del tronco y extrajo las dos cosas de la flecha. ¡Era una oreja mordisqueada y una nota escrita con sangre! Tras reponerse de lo que estaban viendo leyeron la nota en voz alta.


Tenemos a vuestro amigo Sergei, si queréis que no muera entre terribles sufrimientos entregadnos las provisiones que nos habéis robado y todas vuestras armas, al atardecer en el pozo. Ni se os ocurra hacer ninguna tontería o lo pagará primero él y luego vosotros. Un cálido abrazo. 

© Estrada Martínez, J.J. 2014

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