domingo, 8 de junio de 2014

"Tierra muerta: Génesis" - Capítulo 7


El tiempo de guardia de Yolki terminó y esperó algunos minutos más a que apareciese su amigo para relevarle y realizar la última guardia. Al ver que éste no venía decidió abrir el coche donde se encontraba descansando despertando a Dana, Sergei, Celestino y Paula que se encontraban durmiendo dentro.
—Eh, Marius, te toca la última guardia. — Le dijo zarandeándole del brazo para despertarle. El cuerpo de Marius cayó al suelo y Yolki se apresuró a recogerle, mientras todos los que estaban dentro del coche se asustaban y salían a ver qué ocurría. Marius estaba casi inconsciente y sudoroso, y su amigo le inspeccionó rápidamente el cuerpo y descubrió la herida que le había causado el cuervo.
—¿Cómo se ha hecho esto? ¿Alguien lo sabe? — Preguntó mirando a los que tenía alrededor.
—Oh, Dios mío... Antes en la casa, un cuervo le dio un picotazo. ¡No sabíamos que los animales también estaban infectados!
—¡Claro que sí! ¿O es que no visteis los buitres? ¿Qué creéis? ¿Que atacan por naturaleza? ¡Los buitres y los cuervos son animales carroñeros, no cazadores!
—¿Estás diciendo que se va a convertir? — Preguntó Dana paralizada por lo que estaba oyendo.
—Sí... A no ser que encontremos una cura, antes de que suceda, pero lo veo complicado... — Dana se llevó la mano a la boca intentando contener las lágrimas y Sergei la abrazó para intentar darle consuelo. Yolki sacó su machete y se dispuso a asesinar a su mejor amigo.
—¿¡Qué te crees que estás haciendo!? — Le gritó la joven.
—¡Hay que evitar que siga sufriendo! ¡Se va a convertir! — Contestó Yolki.
—¡Que te jodan, Yolki! ¡Aún podemos hacer algo!
—¿El qué? — Cuestionó él algo escéptico.
—Encontrar la cura.
—¿Qué está pasando aquí? — Preguntó Noah mientras la otra parte del grupo salía del coche despertados por el alboroto.
—Metedle en el coche. - Ordenó Yolki a Sergei y Celestino refiriéndose a Marius. —Noah, ¿podría hablar contigo a solas? — El chico asintió con la cabeza aún sin entender nada y caminaron lo suficientemente lejos para que el grupo no pudiese escuchar su conversación.
—Marius ha sido infectado y queda poco tiempo para que se convierta. No me han dejado matarlo y no necesitamos tener más bajas. Dana está un tanto molesta con lo sucedido, diría que le importa demasiado, así que si se queda cerca de él puede que ella se deje llevar por la situación y sea una infectada más. Necesito que distribuyas las tareas de hoy ya.
—De acuerdo, pero, ¿cómo sabes que se convertirá? ¿No hay una cura?
—¿Has visto a alguien salvarse de esto? Créeme, Marius está perdido.
—Si Dana se preocupa tanto por alguien como tú me estás diciendo me será difícil apartarla de aquí.
—Eso ya te lo dejo a ti. Sé que podrás idear un plan de aquí a nada. —  Le dijo rodeándole con un brazo por los hombros demostrándole la fe que depositaba en él. Noah quedó en silencio y Yolki se apartó de él y volvió con el grupo. El chico se quedó mirando a los árboles pensativo. Parecía que él era la marioneta de Yolki y que éste sabía llevar la situación mejor que él, pero le necesitaba para poder tratar con el resto del grupo, sospechaba que escondía algo, pero aún así lo que él le dijo tenía sentido y haría lo necesario para tener al grupo a salvo. Realizadas estas reflexiones Noah volvió hacia donde estaban todos hablando y especulando sobre lo que deberían hacer y con un silbido llamó la atención del grupo.
—Escuchadme. Estas cosas van a seguir sucediendo, así que tendremos que acostumbrarnos a ello, por mucho que nos pese, y esto no debe de apartarnos de nuestras labores de supervivencia. Si cae uno no podemos derrumbarnos, tenemos que controlar nuestras emociones, ser fuertes, no podemos caer todos. — Decía mientras miraba a cada uno de ellos pensando que depositaba toda la buena suerte en su discurso. — Pero tampoco podemos dejar tirado a alguien, debemos luchar por nosotros, por sobrevivir. Uno solo no podría mantenerse con vida a solas, todos necesitamos a alguien que nos cubra las espaldas.
—Entonces la niña ya estará muerta. — Interrumpió Celestino.
—Ya he dicho mil veces que hasta que no encontremos evidencias de su muerte no dejaremos de buscarla, ¿qué parte no has entendido de dejar a alguien tirado? Eso también lo digo por usted. — Contestó Noah agresivamente achantando al anciano y luego volviéndose a dirigir a los demás. —Tenemos que movernos, voy a hacer tres grupos. Yolki, Linda, Celestino y Tony irán a cazar algo para comer. Sergei y Paula se quedarán aquí tratando de hacer una hoguera para poder cocinar y cuidando de Marius. Perla y Dana vendrán conmigo al pueblo para seguir con la búsqueda de Mimí y para conseguir provisiones.
—¡Yo no pienso ir a ningún lado! ¡Si pasa algo con Marius quiero estar cerca! — Contestó Dana.
—No te preocupes. – Dijo Sergei. — Cuidaré bien de él. - Le prometió, sintiendo una presión en el pecho que le decía que el amor que sentía él por ella no era correspondido y que ella quería al otro.
—Dana, Sergei te ha prometido que cuidará de él, además, ¿dónde comenzó todo esto? En el pueblo. Si existe una cura para esta enfermedad o lo que sea estará cerca de donde surgió todo, no en un bosque, y sé que tú no te fías de nadie y prefieres hacer las cosas por ti misma. Supongo que prefieres encontrar una cura para él y no quedarte aquí con los brazos cruzados mientras encargas a otro que la busque pensando que no hará lo necesario para encontrarla, ¿no? — Finalizó esperando una respuesta de la chica que ahora se hallaba pensativa.
—Está bien. Bajaré con vosotros al pueblo. — Terminó por ceder.
—Bien, cuando os avise montamos en mi coche y bajamos. — Informó. — Sergei, ¿puedo hablar contigo? Sígueme. — Él se dio por aludido y siguió a Noah hasta el maletero de su coche, el cual abrió.
—Toma, es la escopeta de mi abuelo. Si la cosa se pone fea no dudes en disparar a Marius en la cabeza, ¿entendido? — Le dijo susurrando.
—Entendido... — Dijo pensando en si sería capaz de hacerlo y tomando el arma. — Noah se dirigió otra vez al grupo y a mirad del camino Yolki se topó con él de frente, le agarró por un hombro y le susurró al oído:
—Bien hecho, eres un buen líder. — Tras esas palabras le dio un azote amistoso al muchacho y siguió caminando. — Noah cada vez se sentía más incómodo con la presencia de Yolki por ahí y temía que pudiese intentar hacer algo malo con el grupo, al fin y al cabo tenía mucha destreza en batalla y poseía las armas más poderosas que se podían encontrar en kilómetros a la redonda.
—Linda, Tony, — dijo mientras se acercaba a ambos — no quiero que le quitéis el ojo de encima a Yolki, algo me huele mal en ese tipo. — Ambos asintieron y Noah se dirigió a las hermanas. — ¿Todo listo? Si es así marchemos al pueblo ya.

*****

Noah aparcó el coche de Celestino, el cual estaba más preparado para la emergencia, al lado del cartel que indicaba el comienzo civil del pueblo, por si tenían que huir hacerlo de la forma más rápida posible y no llamar la atención de los infectados con el ruido del vehículo dejando el coche abierto y las llaves puestas por si él era presa de los zombis que las hermanas pudieran escapar al no tener llaves.
Dana caminaba con enfado y era notable en el ambiente que se respiraba.
—Dana, — rompió el silencio Noah mientras caminaban — ¿por qué te preocupas tanto por Marius? A penas le acabas de conocer. — Siguió susurrando mientras caminaban con cautela.
—No lo sé... Simplemente nos besamos y me sentí bien con él. ¿Y si es el último hombre con el que comparto algún sentimiento amoroso?
—Por favor, Dana, ayer yo me tiré a Tony y no estoy tan encoñada como tú, y eso que sólo ha sido un simple beso. — Noah y Dana se quedaron sorprendidos de la contestación de Perla a su hermana, pues ella siempre había sido muy tímida y estrecha y no sabían cómo encajar ese cambio de personalidad.
—¿Cómo que te lo tiraste...? — Preguntó su hermana atónita.
—Pues eso, lo hicimos, practicamos sexo, ¿quieres que te lo diga de una forma más vulgar?
—No, pero... Tú antes no eras así...
—Ahora que no sabemos que puede pasar con nuestras vidas mejor vivirlas y no desaprovechar las oportunidades que se nos presenten, podrían ser las últimas.
—¿Entonces qué hay entre Tony y tú? — Interrumpió Noah.
—Nada, algo, lo que sea. Somos amigos con derecho a roce, como lo quieras llamar.
Mientras había transcurrido la conversación los chicos habían llegado a la plaza central del pueblo donde había un gran número de no muertos. Se escondieron entre un coche y una casa y tramaron un plan.
—Bien, pienso que alguien tendrá que hacer de distracción para poder pasar por ahí y dejar libre el camino para que otros dos puedan buscar a Mimí por la zona. Creo que vosotras sabréis mejor dónde buscar a una niña, por lo tanto me ofrezco yo de cebo. Recordad que si encontráis algún tipo de provisiones no dudéis en recogerlas, sobre todo legumbre que se puede conservar bien. Nos reuniremos en el coche entre la una y las dos de la tarde para subir de nuevo al bosque y comer para recuperar fuerzas.
Ambas hermanas asintieron y se pusieron manos a la obra.

*****

El grupo de caza se había adentrado más en el bosque alejándose del campamento para buscar alguna presa que poder cocinar. La tensión se respiraba en el ambiente. Ni Tony ni Linda se fiaban de Yolki y mucho menos de Celestino y andaban con la guardia subida a cada momento. El anciano no decía ni una palabra. En ocasiones se paraba a recoger alguna seta y la metía en su zurrón. No se sabía si pensaba compartirlas con alguien o se las iba a quedar para comérselas él solo. Yolki iba a la cabeza y andaba con sigilo marcando el ritmo del grupo para no espantar a ningún animal que pudiese servir de alimento.
Al rato de seguir caminando se percataron de algo fuera de lo común a lo lejos. Había algo en aquel bosque. Se acercaron con cautela a lo que parecía un campamento en el que no parecía haber nadie.
—Esto debe de ser de algún cazador. — Comentó Celestino.
—¿Creéis que han muerto? O sea... Han sido devorados por esos monstruos... — Preguntó Linda.
—Quizás sólo han salido a cazar, al igual que nosotros. No creo que haya zombis por aquí, estamos demasiado lejos del pueblo. — Supuso Tony.
—Te equivocas... Noah me contó que cuando venía hacia el pueblo se topó con Henri infectado y lo mató... Si se puede llamar matar a eso... — Contestó Linda.
—¿¡Qué hizo qué!? ¿¡Ese niñato mató a mi sobrino!? — Gritó enfurecido el viejo.
—Calmaos... Celestino, si su sobrino estaba infectado ya estaba muerto, Noah sólo le dio paz. — Intervino Yolki. — Va siendo hora de investigar qué ha pasado con estos cazadores. — Finalizó la conversación indicando que iban a entrar dentro del perímetro del asentamiento.
El grupo comenzó a revisar todas las bolsas que había y cada rincón de la zona. Al cabo de unos minutos se reunieron todos en el centro del campamento.
—Es extraño, no hay armas. — Dijo Linda.
—Bueno, eso de extraño tiene poco. Siendo cazadores y en la situación en la que estamos no creo que se dejasen las armas aquí. — Expuso Tony.
—Pues si se han ido ha tenido que ser con mucha prisa porque todas las provisiones que llevaban están en la tienda de campaña. — Indicó Celestino. — Deberíamos coger todo, largarnos de aquí y volver con los nuestros.
—¡No podemos hacer eso! ¿Y si vuelven? Estarían hambrientos y tendrían menos posibilidades de sobrevivir. — Impuso Linda.
—Yo estoy de acuerdo con Celestino. — Irrumpió el guardia civil. — Puede que ya estén muertos, lo que sería desperdiciar estos alimentos si los dejamos aquí. Si están vivos no creo que vuelvan, y si vuelven y no tienen nada de alimento lo siento por ellos, pero nosotros también queremos sobrevivir.
—Mirándolo de ese punto... Tienes razón. — Recapacitó la joven. — ¿Tú qué opinas Yolki?
—Veo que los tres habéis tomado una decisión, democráticamente mi voto en contra no valdría nada así que como no quiero problemas cojamos lo que podamos y regresemos. — Concluyó.

*****

Dana y Perla tenían el camino despejado para poder buscar a la pequeña. Registraron algunas casas cercanas a la zona donde se habían separado. Se percataron del destrozo que había en la casa de Noah desde que la noche anterior tuvieron que salir apresuradamente de allí. Miraban a su pueblo y observaban el caos y lo muerto que ahora estaba, parecía otro lugar, nada comparable a donde habían pasado las vacaciones desde que tienen memoria. Por otro lado no habían encontrado pista alguna de Mimí y seguían rebuscando por cada rincón del pueblo. Entraron en la casa de la muchacha por si había huido allí, ya que el día anterior no pudieron revisar esa zona del núcleo urbano, pero no tuvieron suerte.
Regresaron a donde se habían dividido. Ya cargaban con algunas provisiones y andaban algo embarradas debido a que había llovido allí por la noche. El viento hacía chirriar algunas veletas que hacían alertarse a ambas ya que daba la impresión de que un infectado podía salir de detrás de cualquier puerta y atacarlas. Por las calles reinaba el silencio, parecía que nada había ocurrido allí. No tenían ni idea de donde podían haberse metido los muertos vivientes. Un breve y fuerte vendaval se desató en un momento haciéndolas entrecerrar los ojos y detenerse en la parte de abajo de la cuesta por donde Noah había subido para llevarse consigo a los zombis. Cuando éste cesó se comenzaron a escuchar golpes secos y rebotando, como si alguien estuviese lanzando algo. De repente un estruendo siguió a esos sonidos que despertaron sus sospechas. Aterradas miraron hacia arriba y observaron que por la ladera de la montaña se estaba desprendiendo una gran roca que se estaba llevando algunas casas por delante y consigo traía un aluvión de escombros. Perla echó a correr hacia la plaza del pueblo y Dana se apartó en dirección a la salida de éste quedando el camino cortado por el gran peñasco y con lo que traía consigo. Una vez acabado todo y disipado el polvo las hermanas hablaron sin verse las caras de un lado a otro de aquella gran mole.
—¿¡Estás bien, Perla!? — Preguntó preocupada la hermana menor.
—Sí, estoy bien, ¿tú cómo estás?
—Ni un rasguño.
—Escúchame, date la vuelta y baja por la calle cercana al arroyo, nos encontraremos por ahí en un minuto o menos.
—De acuerdo.
Las jóvenes rodearon las casas que separaban las dos calles y cuando llegaron a su destino vieron de nuevo que se encontraban divididas. Un gran número de infectados no les permitía reencontrarse. Algunos de ellos se percataron de la presencia de Perla y se dirigieron hacia ella, lo que hizo que ésta desenfundase una pistola y disparase a alguno de ellos atrayendo la atención de todo el grupo.
—¡Dana, corre al coche y espéranos allí! ¡Saldré de esta! ¡Corre! — Finalizó sacando a su hermana de un leve estado de shock por lo que estaba pasando. Perla retrocedió unos metros para volver por donde había venido pero se encontró con que el ruido del disparo había atraído a otro grupo de zombis y se encontraba acorralada. Siguió retrocediendo mientras disparaba hasta que su espalda chocó contra una casa y se quedó sin balas. Entonces, en el último momento a punto de ser atrapada por la manada de uñas y dientes ansiosos de carne fresca una puerta se abrió tras ella y Perla cayó de espaldas al interior de una oscura estancia cerrándose la entrada frente a ella.
*****
Noah subió por la cuesta y vio que a su izquierda quedaba su casa algo destrozada por el paso de los infectados. El plan que había planteado él había sido la excusa perfecta para poder realizar una investigación sobre Yolki y Marius. Llegó a la parte superior del pueblo haciendo que los zombis le siguiesen y se detuvo frente a la puerta de la casa en donde supuestamente vivían ambos. Estaba dispuesto a saber qué escondían. Agarró una piedra de tamaño considerable y la lanzó contra el cristal de la puerta principal, permitiendo así el paso de su mano para poder abrir la puerta. Cuando entró se percató de que su ambición le había jugado una mala pasada, ahora no podría bloquear con seguridad la puerta y los muertos vivientes podrían entrar casi sin problemas. Aún así la cerró y revisó la planta baja con rapidez. No encontró nada. Se situó frente a las escaleras y vio cómo los zombis se arremolinaban alrededor de ella. Subió a la planta superior y comenzó a rebuscar por las habitaciones, debajo de las camas, en los cajones y en los armarios. Nada. Escuchó cómo la puerta se abrió y cómo aquellos monstruos entraban en la casa. Echó rápidos vistazos a su alrededor para poder lograr una escapatoria y se percató de que en el techo del pasillo había una cuerda la cual abriría una escalera para ascender al desván. Tiró de ella y una escalera se desplegó hasta el suelo y apresurado subió por ella. Cuando llegó arriba del todo se giró y vio que los zombis habían subido a la planta de arriba y uno ya empezaba a subir a la buhardilla y cerró la trampilla con velocidad y mucha fuerza para impedir que aquel llegase hasta él. De un golpe lo consiguió cerrar y presenció cómo los dedos de una mano del zombi se partieron y se quedaron él en la parte superior de la casa. Estaba todo a oscuras, así que prendió la linterna que llevaba consigo y descubrió lo que había estado buscando: respuestas.

*****

En el campamento Paula y Sergei seguían cuidando de Marius, al cual le aumentaba la fiebre por cada minuto que pasaba. Sudaba demasiado y se había gastado todo el agua que habían conseguido para poder hidratarle.
—Sergei, en el maletero del coche de Noah había un cubo de plástico. Cerca de aquí hay un pozo, pero ten cuidado porque está derrumbado, el hoyo se encuentra a ras del suelo. Tienes que ir por el lado contrario de donde se han ido los demás, todo recto. Habrá unas parideras que te indicarán más o menos la zona, está a unos diez minutos.
—De acuerdo, iré. — El joven se dirigió al coche y cogió lo que le había dicho Paula. Cuando se dispuso a emprender su misión encomendada, la mujer lo llamó:
—¡Perdón, Sergei!
—¿Sí?
—Veo que la cuerda es muy larga, si no te importa, ¿podría cortar un poco de ella?
—Lo que tú veas, pero si no me llega para alcanzar el agua no quiero que me echéis las culpas.
—Te alcanzará, no te preocupes. — Dijo mientras cogía apresuradamente la soga. La llevó dentro del coche donde estaba Marius y le dio lo que quedaba a Sergei.
—Muchas gracias. — El chico siguió con su misión y anduvo por el bosque un rato, un poco asustado por si se encontraba con algún animal peligroso o infectado o incluso con algún muerto viviente. Finalmente llegó al pozo y se arrodilló. Allí ató con la cuerda el cubo y lo empezó a descender. Consiguió que la cuerda llegase hasta el agua estirando el brazo hacia abajo dentro del pozo y el cubo se llenó. Tiró hacia arriba intentando no derramar mucho el líquido elemento y se puso en pie para emprender la marcha de nuevo al campamento. A mitad de camino se escucharon unos cuantos chasquidos, como si hubiese algo que le siguiese. A los pocos segundos esos chasquidos se iban acercando cada vez más. Le quedaban unos tres minutos andando hasta llegar a los coches y ponerse completamente a salvo. Los chasquidos estaban cada vez más cerca y aligeró el pasó sin correr para no tirar el agua con los meneos. A la distancia consiguió ver los coche y sonrió aliviado. De repente, todo lo que vio se tornó a negro.


*****

© Estrada Martínez, J.J. 2014

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