miércoles, 11 de junio de 2014

"Tierra muerta: Génesis" - Capítulo 12


El grupo más numeroso avanzó por el pasadizo hasta llegar a situarse frente a una puerta, la cual se abrió al detectar la aproximación de los individuos mediante sensores. Antes de atravesarla el grupo miró el oscuro interior de la estancia a la que conducía y con precaución se adentraron en ella. Parecía no haber peligro, así que se pasaron la puerta y ésta se cerró tras ellos. Perla intentó forzarla para abrirla otra vez por si precisaban escapar, pero era inútil, no se movía ni un milímetro. Examinaron la estancia y todos sus rincones y no parecía haber nada, sólo una puerta que podría conducir a la continuación de los pasadizos, así que se dirigieron a ella. El paso no parecía funcionar con sensores como la anterior y tampoco se podía abrir manualmente. Observaron alrededor del marco de ésta para ver si había que accionar algún mecanismo para accionarla y vieron que sobre él había una frase escrita. Noah enfocó con la tenue luz de su ya casi agotada linterna y leyeron:

No puedes abrir una puerta si no tienes luz para encontrar la cerradura.

Noah volvió a enfocar a la lámina de metal que separaba las estancias en las zonas donde suele haber cerraduras, pero no vio nada. El resto siguió inspeccionando la sala hasta que Ramiro encontró algo.
—Aquí parece haber un interruptor, ¿lo pulso? — Consultó a su compañeros.
—No tenemos nada que perder. — Contestó Tony.
Ramiro accionó el botón y varias baldosas del suelo se iluminaron con una fuerte luz, lo que molestó a los ojos del grupo. Tras reponerse un poco del fogonazo se comenzaron a escuchar ruidos agudos. Miraron al techo, de donde parecía proceder aquel sonido y vieron que éste estaba infestado de murciélagos y en el centro de la bandada mamífera se encontraba uno de la misma especie pero de un tamaño considerablemente grande, casi tan grande como cualquiera de los humanos allí presentes. Las alimañas empezaron a revolverse y revolotear por toda la sala causando el desconcierto y la confusión a los cuatro allí encerrados y el gran animal emprendió el vuelo y embistió a Perla contra el suelo y comenzó a morderla. Ésta puso sus manos en el cuello del animal para evitar ser herida y Tony y Ramiro fueron en su ayuda, el primero golpeándolo con una barra de metal y el segundo disparando desde la distancia.
—¡Ramiro! ¡No dispares! ¡Podrías darle a Perla! — Alertó Noah.
El cazador cesó de disparar y mientras Tony veía que a penas los disparos habían conseguido herir al animal, el cual se levantaba para cargar contra el guardia civil. Lo cogió en volandas y lo empotró entre la pared y el techo y Tony rápidamente colocó en la boca del animal la barra de metal que portaba para evitar el mordisco y la posible infección. Éste se dio cuenta de que al cuello de la bestia estaba atada una tarjeta que podría permitir el paso por la puerta bloqueada y alertó a los demás mientras forcejeaba.
—¡Chicos! ¡Esto tiene una tarjeta atada a su cuello, debe de ser la llave, tenemos que hacernos con ella!
Perla buscó entre murciélagos revoloteando en la bolsa de armas que portaba Noah y extrajo de ella un arpón. Se armó con él y apuntó al animal y disparó. Tony vio cómo el proyectil atravesaba al gran ser y la punta que quebró desde su columna al esternón se quedaba a escasos centímetros de él, salvando la vida. Ambos se precipitaron al suelo y Ramiro ayudó a ponerse en pie al guardia civil, mientras Perla tomaba la tarjeta del cuello del animal y la introducía en una ranura consiguiendo así el acceso a la siguiente estancia.

*****

Linda, Edurne y Celestino continuaron su camino por su pasadizo correspondiente y se toparon con la primera sala. Estaba repleta de gigantescos tubos de ensayo en los que parecía que los cuerpos humanos que contenían estaban en un largo letargo. Cuando se adentraron en la estancia una puerta se cerró tras ellos. La intentaron desbloquear, pero les resultó imposible. Desistieron y cansados recorrieron la sala inspeccionando los cilindros y a las personas que había dentro. Linda no había visto a aquellas personas en su vida, lo que significaba que no eran del pueblo. Al final de la cámara había otra puerta abierta que conducía a una sala de similares características. Parecía que se estaba preparando un ejército entero de zombis.
—Tenemos que mirar por aquí por si hay alguna manera de deshacerse de estos infectados. — Dijo Linda.
—¿Pero cómo sabes que toda esta gente está infectada? Si les liberas podrías causar su muerte innecesaria. — Explicó Celestino.
—Entonces mejor estarnos quietas.
Recorrieron la segunda estancia y se adentraron en la tercera sala, con muchos menos conductos experimentales pero con una estantería llena de documentos. Edurne se acercó a ellos y comenzó a examinarlos con gran ímpetu. Linda se quedó observando los tubos de ensayo intentando encontrar algún dispositivo mecánico con lo que pudiese entender de que se trataba todo aquello.
—¿¡Qué narices es esto!? — Se sorprendió Edurne.
—¿Qué sucede? — Quiso saber Linda mientras seguía explorando.
—Aquí hay contratos entre una empresa farmacéutica, el Estado y el alcalde del pueblo para poder instalar aquí un centro experimental biológico.
—¿El alcalde? — Repitió su compañera sin quitar la vista de uno de los sujetos atrapados.
—Sí...
Linda se giró hacia donde estaba Edurne y vio cómo Celestino sacaba su machete y la degollaba.
—¡¡No!! ¿¡Pero qué has hecho!? ¿¡Tú estás detrás de todo esto!?
—Por fin te das cuenta, niñata imbécil.
—¡No entiendo nada! ¿¡Por qué!?
—¿Tú te crees que yo tengo los estudios necesarios para montar tal complejo en estas montañas? Yo soy sólo un padre desesperado.
—¿Padre desesperado? ¿Qué has querido decir con eso?
—Hace años el Gobierno y una gran empresa farmacéutica me propusieron ceder las cuevas de esta montaña para que pudiesen hacer investigaciones sobre la resurrección humana. Pronto se dieron cuenta de que los frutos de los trabajos realizados no eran satisfactorios y decidieron dejar de financiar el proyecto. Las personas volvían a la vida, pero de la manera que tú ya sabes. El Doctor Sempronius siguió investigando por su cuenta a lo que se había dedicado a estudiar toda su vida. Cuando mi hija murió y el Doctor iba a ser despedido éste vino a mí y me ofreció finalizar la investigación de la resurrección y la vuelta a la vida de mi hija, a lo que yo accedí. Agentes del Gobierno vinieron para acabar con el laboratorio, pero las criaturas creadas de forma paralela por el Doctor lograron ponerlo en jaque. Todas estas personas que has visto en los tubos de ensayo son esos agentes. Un contacto del Doctor se encargó de encubrir todas las desapariciones y que el asunto quedase olvidado.
—¿Sempronius es el que nos quiere matar?
—Sí, ¡pero más bien seré yo el que lo haga! — Exclamó mientras se abalanzaba sobre Linda. Ésta esquivó el golpe y comenzaron una persecución por las salas usando los cilindros como escudos al saber que Celestino no los rompería para no estropear los avances de su compinche.  

*****

La compuerta se cerró tras ellos y se encontraron en una nueva sala completamente iluminada. No parecía haber nada extraño en ella e inspeccionaron el techo para no cometer el mismo error que en la cámara anterior. En la puerta que daba paso a la siguiente estancia había escrito un mensaje.

Tira de picaporte, es sencillo.

Tony se dispuso a ello y cuando lo hizo observó que la puerta no se abría, pero por todos lados sonaba como si una especie de mecanismo se hubiese activado. Las paredes de la sala se partieron por la mitad de manera horizontal y vieron una fila de torsos humanos colocados en fila dentro de las aberturas creadas en los muros. Al instante, esos torsos a los que únicamente les faltaba las piernas cobraron vida y salieron de la cavidad. Estaban unidos por el estómago y la espalda y se movían usando la fuerza de los brazos para estar en pie y desplazarse con una sorprendente agilidad. El gran ciempiés-zombi-humano rodeó en seguida al grupo y mientras correteaba a su alrededor lanzaba dentelladas por sus numerosas cabezas. Noah, Perla, Tony y Ramiro tuvieron que ser ágiles para esquivar aquello, pero un mordisco logró alcanzar a la piel de Noah. Todos se percataron de ello. La criatura con una de sus manos agarró el tobillo de Perla y ágilmente escalo hasta el techo bocabajo y rodeándola en círculo. Tras una pausa, la circunferencia de seres comenzó a cerrarse para devorarla, a lo que Tony se impulsó en la espalda del cazador y agarró uno de los brazos haciendo que la bestia cayera al suelo junto con la joven. Ramiro enfurecido y enervado por la situación comenzó a disparar a bocajarro contra todas las cabezas de aquel engendro con una de las ametralladoras de la bolsa de armas arrebatada a Yolki. En unos segundos eternos salpicados por sangre, el cazador logró acabar con el engendro. Perla se descubrió tras notar que ninguna bala la había alcanzado y tomó a Noah para tranquilizarle del mordisco.
—Tranquilo, aguanta, estamos cerca. Seguro que hay una cura para esto. — Tras las palabras de la joven, un altavoz bajó del techo y se escuchó a la voz masculina hablar al grupo.
—Habéis conseguido destruir a dos de mis criaturas favoritas, pero no es justo que os vayáis de rositas, por lo menos habrá que revolveros el estómago o algo. Si queréis continuar debéis abrir las tripas de todos los torsos cosidos para encontrar la tarjeta que os permita continuar a la siguiente estancia. — Finalizó el discurso y el altavoz volvió a desaparecer.
—Bueno, pues habrá que ponerse manos a la obra. — Propuso Tony algo asqueado.
Mientras Perla calmaba y ayudaba a frenar la hemorragia en el torso de Noah, los otros dos comenzaron con las armas blancas a destripar a aquel ciempiés. El olor de la putrefacción, la sangre y los intestinos les hizo vomitar más de una vez. Tras varios minutos de búsqueda, Tony logró dar con ella. Levantaron a Noah y se dirigieron a la puerta. El guardia civil pasó la tarjeta por el lector y la compuerta se abrió y la atravesaron dejando atrás aquella especie de piñata grotesca.
La nueva estancia recordaba a un gran estudio de grabación. Estaba completamente insonorizada y dentro de ella había toda clase de instrumentos, incluido un gran órgano en la pared. Perla ayudó a Noah a sentarse en el suelo y observaron dos puertas, la que conducía hacia la reunión con la otra parte del grupo y otra que proseguía el camino.
—¿Qué puerta tomamos? — Preguntó Ramiro.
—La de la derecha, tenemos que reunirnos con el resto del grupo. — Contestó Perla.
—Eso si siguen vivos... — Dijo Tony, a lo que la chica le lanzó una mirada asesina. El cazador y el guardia civil se aproximaron a la puerta de la derecha que contenía una nueva inscripción.

Los gases abrasadores quemarán vuestra piel. Si volver de los muertos quieres, sonar en el infierno debes, mas si miras atrás ten seguro que tu vida perderás.

—Las luces de la estancia cambiaron a un color rojizo y del techo emergieron unos pulverizadores de gas a la vez que un temporizador que marcaba una cuenta atrás de tres  minutos.
—¿Cómo vamos a poder hacer sonar todos estos instrumentos en tres minutos? — Se alarmó Ramiro.
—¡No sé! — Respondió Perla. — ¡Pensad en sonidos que os recuerden al infierno!
—¿El órgano? ¿Instrumentos de viento graves? ¿De percusión? ¿Violines estridentes? ¡No tengo ni idea!
—El... el órgano es un instrumento celestial... - Respondió Noah. — Los instrumentos de viento son instrumentos bélicos y en ocasiones los portan también ángeles, al igual que instrumentos de cuerda, aunque el violín se le suele atribuir al Diablo.
—¿Entonces son los violines o las percusiones? — Quiso asegurarse Ramiro.
—¡Prueba a ver! — Le pidió la joven.
El cazador se acercó a éstos y comenzó a tocarlos torpemente con un ritmo inventado. Vieron que de repente el temporizador restó diez segundos.
—¡Mierda! ¿¡Si nos equivocamos de instrumento nos restan más tiempo!? — Se sorprendió Ramiro.
—¡Parece ser! — Replicó Perla.
—Mirad... — Llamó la atención Tony. — En la puerta están grabados unos símbolos. Una especie de queso dividido en siete, tres cabezas de perro, una barca, y un símbolo extraño.
—Dejadme ver... - Quiso intervenir Noah acercándose torpemente. Perla le ayudó a levantarse y a aproximarse hacia la puerta.
—Lo primero son los siete infiernos de Dante Alighieri, las cabezas de perro simbolizan al can Cerbero, la barca representa a Caronte, el barquero del Infierno y el último signo es el símbolo astronómico de Plutón, es decir, de Hades...
—¿Cómo sabes todo eso? ¿Y qué nos quiere decir con esto? ¡Ya sabemos que todo esto está relacionado con el infierno!
—¡Se trata del mito de Orfeo, en la inscripción dice que debemos sonar en el infierno, no hacerlo sonar! Él fue el único que pudo sonar en el Hades sin ser interrumpido, pues su música amansaba todo el submundo.
Noah miró al temporizador y observó que faltaban treinta segundos y se soltó de Perla y corrió todo lo rápido que pudo hacia los instrumentos de cuerda. Una vez allí se apresuró y revolvió todo, agarró una lira y comenzó a tocarla. La compuerta se abrió, pero el gas comenzó a salir, lo que provocó escozor en sus pieles, y todos se apresuraron a salir de ella antes de que aquel veneno corrosivo impregnase sus cuerpos. La puerta se cerró a sus espaldas y vieron como Celestino estaba a punto de acabar con Linda.

*****



© Estrada Martínez, J.J. 2014

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