domingo, 8 de junio de 2014

"Tierra muerta: Génesis" - Capítulo 11


—¿¡No ha quedado nadie atrás!? — Preguntó Celestino mientras aceleraba para librarse de los perros.
—¡Sí! ¿¡Dónde está Paula!? — Preguntó Linda preocupada.
—Los... Los perros la atacaron en el bosque... — Contestó Ramiro mientras recuperaba el aliento.
—¿Sobrevivió? — Interrogó Tony.
—Creo que no... Había una loca en el bosque que es la que envió a los chuchos a atacarnos.
—Interesante... Cuéntame todo lo que sepas desde que todo esto empezó. — Le dijo Edurne mientras sacaba su cuaderno dispuesta a apuntar todo lo que le contase.
—¿Eres periodista?
—No, pero seguro que se me hubiese dado bien.

*****

—¿Nos siguen los demás? — Preguntó Noah.
—Sí. — Respondió Yolki mirando por el espejo retrovisor.
—Me pregunto de dónde habrán salido tantos perros así de la nada... Quizás fuesen perros zombis... — Divagó Perla.
—No creo, no parecían ni putrefactos ni nada. Además no se movían con torpeza.
—Sí, pero no hay que olvidar que los buitres también estaban infectados y se movían con total libertad e incluso parecían más robustos y fieros. — Recordó Yolki.
—Quizás a los animales les afecta de otro modo. — Supuso Perla.
—Tal vez... Y... ¿Cómo estás tú, Perla? — Se interesó Noah mientras se giraba a los asientos traseros para mantener contacto visual con su amiga.
—Bueno... La verdad que... Igual suena un poco mal... Pero cuando todo esto empezó y pensé que Dana había muerto de camino al río ya me ha hecho superar algunas fases más pesadas... Aún así...
—Tranquila, no hables más.
—Sólo quiero encontrar al culpable de esto y hacerle pagar.
Noah le acarició la rodilla y le dedicó una sonrisa de reconfortante y después se giró para observar la carretera.
Cuando llegaron a las cercanías de las primeras casas del pueblo aparcaron los coches de manera que en situación crítica de huída sólo tuvieran que arrancar y acelerar para marcharse. Los ocho bajaron y hablaron sobre lo que hacer.
—Creo que Celestino debería de dejar de tomar decisiones, dejar de ser líder. — Opinó Tony.
—Va siendo hora de tomar decisiones democráticamente, igual nos va mejor. — Propuso Linda.
—Está bien, pero necesitamos propuestas. — Intervino Perla.
—Yo lo tengo claro. Debemos ir a casa de Yolki, coger todo lo que nos sea necesario para hacer frente a lo que nos podamos encontrar e ir a las cuevas a buscar a Mimí. — Expuso Noah.
—A mí me parece bien. ¿Alguien propone algo más? — Preguntó Edurne al grupo. Todos quedaron pensativos en busca de una nueva opción. Estaba claro que nadie había decido abandonar.
—Yo no entiendo qué hace este cretino aquí. Quiero que se vaya. — Rompió el silencio Perla refiriéndose a Ramiro.
—Yo... Lo siento...
—¿Que lo sientes? — Replicó mientras se acercaba cogiéndole por el cuello de la camisa. — ¿Qué sientes? ¿Sientes seguir vivo? ¿Sientes tener la oportunidad de escapar de esto y de volver a vivir la vida con normalidad? Gracias a ti mi hermana pequeña ya no podrá disfrutar de eso, imbécil. — Tras reprocharle le soltó violentamente del cuello y se excluyó del grupo para calmarse.
—Bien... Si nadie propone nada más... Pongámonos manos a la obra, con suerte dentro de unas horas toda esta pesadilla habrá terminado. — Finalizó Yolki.
El grupo comenzó a desplazarse sigilosamente por el pueblo evitando un encontronazo con los infectados. Cuando era menester deshacerse de alguno lo hacían con armas blancas para no hacer más ruido del necesario y así no alertar a los otros zombis de su presencia. Así sucedió el rato que tardaron en llegar hasta la casa de Yolki.
—Tened cuidado. — Susurró Noah. — Cuando estuve aquí un grupo de muertos vivientes logró entrar en la casa, quizás quede alguno escondido, mantened los ojos bien abiertos.
Entraron con sigilo y se dirigieron hacia el amplio salón para distribuirse por la casa.
—Bien, alguien se quedará en el salón vigilando por las ventanas la posible llegada de infectados, otros registrarán la casa para no encontrarnos sorpresas y alguien que venga conmigo al ático para coger todo lo que nos sea necesario. — Explicó Yolki.
—Al ático iré yo. — Dijo Noah con un tono que sonaba a que su decisión era irrevocable.
—Está bien. ¿Los demás?
—Yo os debo mucho, me pondré a registrar la casa. — Propuso Ramiro.
—Iré con él. — Continuó Tony sin fiarse mucho de la palabra del anterior.
—Creo que es necesario que alguien esté cerca de la puerta principal, ya que se puede abrir con facilidad, yo me quedaré allí. — Dijo Celestino.
—Bueno, pues nosotras nos quedaremos vigilando los flancos de la casa desde las ventanas del salón. — Finalizó Linda la distribución.
—Qué bien nos hemos apañado esta vez, caramba. — Se sorprendió Yolki. — Manos a la obra.

*****

Tony y Ramiro comenzaron a registrar la planta baja vigilando detrás de cada puerta y el interior de todo armario. Al parecer ese piso de la casa estaba totalmente limpio y decidieron subir al superior y seguir con su tarea. Al entrar en una de las habitaciones y al estar alejados de la gente para que no les escuchasen, Tony empotró violentamente a Ramiro contra una pared.
—¿¡Cómo cojones tienes la cara dura de venir con nosotros!? ¡Deberías haberte quedado en el bosque a esperar a que te devorasen esas alimañas!
—Yo... Yo estoy arrepentido de lo que sucedió... Pensé que podría compensar ayudando... Estaba... Asustado de las decisiones que tomaba Pablo... Temía que si no las acataba me mataría...
—¿Y cómo piensas arreglar la muerte de alguien simplemente ofreciendo tu mierda de ayuda? — Preguntó mientras apretaba el cuello del otro. — La sangre se paga con sangre.
—¡Bueno, para ya! — Explotó finalmente Ramiro empujando hacia atrás a Tony haciéndolo caer en el suelo.
Tony cayó de espaldas quedando confuso y mirando agresivamente a Ramiro, cuando de pronto una mano salió de debajo de la cama agarrando la suya y un infectado se la mordió. Ramiro reaccionó con celeridad y se ensañó apuñalando la cabeza del no muerto hasta dejarlo fuera de combate. Los gritos de dolor de Tony alertaron a toda la casa y Ramiro se apresuró a bajarlo al piso de abajo para que todos lo atendiesen

*****

Yolki y Noah ascendieron hasta el desván y el albano pudo ver el desastre que ocasionó el joven al huir por el tejado. Se dirigió hacia otro rincón de la cubierta de la casa y desmanteló otra parte, quedando las vigas de la parte superior de la casa al descubierto. En el tejado había estado escondido todo un arsenal, todo tipo de armas y explosivos los cuales introdujo en una gran bolsa negra de gimnasio y se la acercó a Noah.
—¿Puedes prestar un momento el mapa que tenía Sergei para echarle un vistazo? — Pidió mientras accedía a coger todo el armamento.
—Claro. — Contestó mientras se lo daba.
Noah se colgó la bolsa sobre el hombro y tomó el plano y desenfundó una pistola y apuntó a Yolki a la cabeza. 
—Sigo dudando.
—¿De qué?
—¿Cómo sé que sois los buenos y no los malos?
—Te salvé de una serpiente mutante en el río, ¿recuerdas?
—Eso no significa nada, pudiste jugártela solo para ganarte nuestra confianza. ¿Por qué nos tenéis tan bien estudiados? No me puedo fiar. Si te acercas al grupo te juro que te vuelo la cabeza.
—Pero, Noah... ¿Qué estás diciendo?
—Ya te lo he dicho, no te quiero ver cerca. — Finalizó mientras bajaba por la escalera del ático y la cerraba para que Yolki no le siguiese y saliese por el tejado y se fuese sin ellos. Cuando se incorporó escuchó un grito que provenía de alguna de las habitaciones y a los segundos vio salir de ella a Ramiro tirando de Tony para dirigirse a la planta baja.
—¿¡Qué ha pasado!? — Preguntó.
—¡Han mordido a Tony!
Cuando los tres llegaron a la planta baja todos observaron alterados.
—¿A quién se le ocurre estar pegando alaridos? — Preguntó molesto Celestino.
—¡Es Tony, lo han mordido! — Explicó Noah.
—¿Qué? ¿Dónde? — Quiso saber Edurne.
—Ahí, en la mano. — Respondió Ramiro.
—Apartad. — Ordenó el anciano.
Hizo un nudo con una tira de tela en el antebrazo del guardia civil y con un gran cuchillo que se apropió de la cocina y de un corte seco y tajante cortó la mano de Tony. Éste pegó un grito de dolor inhumano y seguidamente se desmayó del dolor.
—Mierda, qué flojucho es. — Dijo Celestino mientras todos los miraban perplejos por lo que había hecho. El viejo corrió hacia la puerta y vio que los gritos habían atraído a una manada de zombis y volvió al salón para explicar la situación. — No tenemos tiempo para esperar a que despierte, tenemos que salir de aquí.
—¿Insinúas que lo dejemos aquí y que se lo coman? — Inquirió Linda.
—Para nada... — Contestó mientras tomaba la mano amputada de Tony. — Ya tenemos distracción y tú Ramiro cargarás con el muchacho. Y tú, joven, será mejor que empieces a repartir las armas. ¿Dónde está el otro?
Noah dejó la bolsa sobre la mesa principal del salón y comenzó a repartir indiscriminadamente el armamento.
—No viene.
—¿Qué ha pasado? — Preguntó Perla.
—No viene. Vamos, no hay tiempo.
El grupo se apresuró y se puso en marcha a la montaña donde estaban las cuevas. Celestino se quedó algo retrasado hasta que casi tenía a los infectados encima, entonces les acercó la mano de Tony para que se percatasen bien de la carne fresca y la lanzó en la dirección contraria a la que se dirigían y la mayoría de los zombis se abalanzaron sobre el trozo de carne.
El grupo ascendía por el accidentado sendero que conducía hacia las cuevas. Noah iba a la cabeza observando el mapa para intentar casar la forma de éste con la de la orogénesis de la montaña, pero la oscuridad de la noche no ayudaba mucho en su iniciativa.
—¿Cuál de las cuevas creéis que será la entrada? — Preguntó Edurne.
—Hay demasiadas como para saberlo. ¿Pone en el mapa si hay varias entradas? Sería más fácil acceder. — Dijo Perla.
—No estoy muy seguro de entender el mapa, pero hay sólo una entrada por lo que veo. — Contestó Noah tras quitarse una linterna de la boca que usaba para enfocar el mapa y el camino.
—Déjame ver. — Pidió Linda. Tras un rato de ojear el mapa, llegó a una conclusión. — Creo que sé dónde es esto. Si observas este signo de aquí quiere decir que hay una bajada. Cuando era pequeña me dedicaba a jugar con los demás niños por estas cuevas hasta que ocurrieron desprendimientos en algunas de ellas y nos prohibieron subir. Las únicas cuevas que tienen bajadas se encuentran casi en lo más alto. Os puedo indicar cuáles son.
—Todo tuyo. — Respondió su primo.
El grupo siguió los pasos de Linda hasta llegar a las cavidades indicadas por ella.
—Tardaremos poco en dar con la que es. La mayoría que tiene bajada después no tienen continuación. Sólo hay que encontrar una que tenga bajada y encaje con la posición del mapa.
—Un momento, ¿qué se supone que hacemos? ¿Buscamos a la niña o nos dedicamos a enfrentarnos a gente que probablemente esté armada y acabe con nosotros? — Interrumpió Celestino.
—Bueno, si Yolki no nos mentía, este es el único lugar donde puede haber algunas instalaciones que hayan provocado esta masacre y lo más probable es que la cría haya acabado por aquí según el mensaje que dejó pintado en una pared. Llevamos días buscándola por donde no estaba, si hay alguien vigilando esta zona seguramente ya la hayan encontrado y metido en ese lugar. Es la teoría más sostenible que tenemos. — Explicó Perla.
—No me gusta la idea, hay decenas de cuevas, es mejor dividirse y buscarla por todas y no por una la cual creéis que hay unas instalaciones donde se maquinan cosas macabras.
—Se acabó el separarnos, somos más fuertes todos juntos. Siempre que nos hemos dividido ha acabado pasando algo malo. — Dijo Noah con tono de cerrar la discusión.
—Bien... Son estás tres cuevas y una cuarta que hay más alejada un poco más adelante.
—Yo miraré dentro. — Propuso Ramiro.
—Ni hablar, tú cargas con Tony, en caso de huida rápida necesitamos que estés con él al cien por ciento. Que se meta otro.
—Creo que Linda es una buena candidata, es la única que se ha metido alguna vez en ellas.  — Dijo Edurne.
—Sí, bueno... — Contestó sin que le hiciera mucha gracia.
—Celestino ha vivido toda su vida en este pueblo, seguro que también las ha explorado alguna que otra vez. — Propuso Perla.
—Está bien, entraremos Celestino y yo. — Finalizó de mala gana Linda para avanzar en su empresa.
La primera cueva no tenía mucha profundidad y bajaron el desnivel del terreno, pero no había nada interesante. Al salir ambos, Celestino tenía mala cara y comenzó de nuevo a quejarse.
—Esto es una pérdida de tiempo, aquí no va a haber nada y esa niña nos puede estar necesitando en estos momentos.
—Celestino, de todas formas tenemos que barrer toda la zona de las cuevas, por lo tanto éstas también. — Quiso cerrarle la boca su ahora principal joven oponente.
Linda y Celestino entraron en la segunda cueva y bajaron el desnivel. Noah se percató de que éste había entrado mucho más enfadado de lo normal y se adentró en la cueva al poco después. La joven avanzó delante y dio con una puerta metálica y comenzó a inspeccionarla para ver si se podía abrir. Pudo moverla unos milímetros, pero era muy pesada. Observó que era de funcionamiento electrónico y tenía pinta de haber sido abandonado hace tiempo.
—¿Me ayudas a abrirla? — Preguntó mientras observaba la entrada con las manos en la cintura intentando hallar ideas favorables para la apertura.
Celestino se echó la mano a la espalda y del cinturón empuño un gran cuchillo mientras se acercaba sigilosamente a Linda. De repente Noah dio con ellos y sorprendió al anciano con el arma blanca en la mano.
—¡Eh, tú! ¿¡Qué se supone que haces!? — Le preguntó el joven agresivamente.
—Oh... Nada, Linda me pidió ayuda para abrir la puerta y saqué este machete para intentar hacer algo de palanca, ya que parece resistente.
—¡Mira, Noah! ¡Hemos encontrado la entrada!
—¿Por qué habrá entrado Noah tras ellos? — Se preguntó Edurne.
—Algo no le olería bien, supongo. — Contestó Perla.
—Uh... — Todos escucharon cómo la voz de Tony se encendía.
—¡Hey! ¿Estás bien? — Le preguntó Ramiro mientras colocaba sentado a Tony en el suelo.
—Sí... Un poco... Mareado... Pero... ¿Dónde está mi mano?
—Celestino te la tuvo que cortar para evitar que te infectase la mordedura. — Respondió Edurne.
—Eso... ¿Te encuentras bien? ¿Sientes fiebre o algo por el estilo? — Quiso saber Ramiro.
—No sé... Algo cansado, mareado, no sé... Quizás ya me haya hecho efecto el veneno de esos malditos...
—Eso también puede ser por la pérdida de sangre. — Teorizó la mujer.
—¡Hey! ¡Chicos! ¡Venid! — Se escuchó a Linda desde el interior de la cueva.

Los cuatro se internaron en la cueva y vieron que la puerta había sido abierta y llevaba a unos túneles subterráneos.
—Bien... Parece que estamos llegando al final de esto. — Dijo Perla.
Todos pasaron por la puerta que habían abierto entre Noah, Linda y Celestino. Cuando todos estuvieron dentro avanzaron por un pasadizo hecho en la montaña y llegaron a una bifurcación.
—Vaya... Lo típico de las películas... — Ironizó Edurne.
—Bienvenidos. — Dijo una voz masculina proveniente de alguna parte. Todos observaron a su alrededor y se percataron de la existencia de megafonía y de una cámara de vigilancia colocada en el trozo de pared que separaba un camino del otro. — Parece que queréis saber qué está pasando por aquí, ¿no es así?
—¿¡Quién eres!? — Exigió saber Tony.
—Cuando llegue el momento lo descubriréis... Ahora me divertiré un rato para saber si sois merecedores de conocer la verdad o no... — De pronto se escuchó como si unos dispositivos mecánicos se pusiesen en marcha y toda la estancia comenzó a vibrar. Al instante unas rocas comenzaron a caer del techo dividiendo al grupo en Noah, Perla, Tony y Ramiro por un lado y a Linda, Celestino y Edurne por otro. Cuando se disipó el polvo los unos se preocuparon por los otros.
—¿¡Estáis bien!? — Preguntó Noah dirigiéndose a la pared de escombros.
—¡Sí! - Respondió Linda.
—Necesitamos quitar estas piedras de en medio. — Propuso Noah.
—¡Noah! ¿Estás ahí?
—¡Sí! — Contestó a su prima.
—En el plano pone que si avanzáis por ese pasillo y giráis en la penúltima sala a la derecha hay una puerta que comunica con la penúltima sala de nuestro pasillo. Eso será más seguro que arriesgarnos a que esto se nos venga encima.
—De acuerdo, nos daremos prisa, ¡tened cuidado! — Finalizó el joven.


© Estrada Martínez, J.J. 2014

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